Esta noticia no se trata de ningún tipo de broma ni nada por el estilo, es más bien una historia en la que desgraciadamente se juntan una gestión deficiente, la política menos adecuada y por supuesto, las motos eléctricas. Elementos con los que se podrían crear hasta una película.
Pues bien, el caso es que al igual que ya ocurre en diversos ayuntamientos españoles, el alicantino de Elda se propuso poner en funcionamiento una pequeña flota de motos eléctricas incorporándolas a la patrulla de la policía local para que pudieran ejercer sus labores de vigilancia de forma más económica y sostenible. Sin duda hasta ahí todo parece correcto, hasta que un día el ayuntamiento decidió mostrar al público esas motos. Cuatro unidades que fueron compradas mediante un leasing que durará cuatro años. El caso es que de manera sospechosa todas acabaron en el taller por problemas mecánicos.
Probablemente esta sea la parte que más curiosa resulte de la historia, ya que desde un comienzo, los agentes se quejaron por tener que llevar esas motos, debido a problemas con la autonomía. Las unidades en cuestión son unos modelos de Zero Motorcycles que parecen ser del año 2010 o 2011.
Tras diversos tests realizados a las motos y teniendo presente que se probaron por entornos difíciles para un vehículo eléctrico (como pueden ser continuas subidas y bajadas y recorridos en zonas urbanas y otras más rurales), la media de autonomía que se suele conseguir ronda los 70 kilómetros por recarga. Siempre que se realice una conducción eficiente, claro está.
Es por ello que resulta difícil creer que con una recarga de 70 kilómetros (cifra a la que se le podría sumar una recarga al mediodía y alguna que otra ocasional durante la tarde) no sea suficiente como para realizar una jornada de trabajo completa de un agente de policía local. Pero todo es posible en este mundo y podría ser que esos agentes recorran muchos kilómetros al día, con lo que podríamos deducir que la compra no se estudió debidamente.
Sin duda seguiría siendo algo sospechoso, ya que si de por sí sería mucha casualidad que una moto altamente eficiente y con buenos acabados como la Zero se estropease, más lo es todavía, que lo hagan cuatro.
Como única conclusión que podemos sacar de todo este desagradable incidente es que los agentes no deseaban llevar esas motos, ya sea porque no entendían la tecnología o bien porque no se adapta a sus necesidades. Finalmente el resultado son 13.000 euros que le costó al ayuntamiento tirados a la basura y cuatro motos eléctricas estupendas que ya llevan más de 2 meses paradas en un taller.
Como suele decirse, la mejor solución es la más simple siempre que funcione, y probablemente este sea el mejor ejemplo. Puede que la policía no necesite unas motos tan caras y sofisticadas para unas simples patrullas en una ciudad relativamente pequeña, y quizás con unas económicas scooters de las que vienen con batería extraíble tendrían suficiente.