Seguro que muchas veces habéis escuchado por ahí que si una ciudad no tuviera tantas pendientes y cuestas, los que viven en ella usarían más la bicicleta como medio de transporte. Pues no existe un lugar más idóneo para usar esta frase que Edimburgo, en Escocia. Y es que llegar a algunos de los sitios de la ciudad en bici es todo un reto, solo apto para algunos de los mejores ciclistas. Por ello, ante esta situación no hay mejor forma de solucionarlo que usando una bicicleta eléctrica.
Esto es lo que se está debatiendo en el gobierno municipal. Y lo más llamativo de todo no es el hecho en sí, sino la cifra que manejan, la cual asciende hasta nada menos que 5.000 bicicletas eléctricas. Cantidad que sobrepasa de lejos la fase de experimentación para ver cómo funciona y si es viable, y apuesta directamente por su total implantación. La idea procede de un joven emprendedor, Neil McMartin, que hace poco presentó al ayuntamiento su Free Flow Bike.
Como ya se puede apreciar claramente en la imagen, el pilar de esta bicicleta posiblemente se base en su bajo coste de fabricación. Y es que con ver los materiales y componentes, y comparándolos con los que montan otras bicicletas eléctricas, parece sensato decir que su fabricación es bastante sencilla y barata, menos en su parte eléctrica. Pues bien, el precio de venta que el señor McMartin ha fijado en su página web, asciende a los 4.700 euros, con la ventaja de que incluye un punto de recarga.
Aunque lo cierto es que con un primer vistazo nos da la impresión que el precio es algo prohibitivo para particulares, y que este debería ser bastante más bajo para la ciudad de Edimburgo, más aun si recordamos la cantidad de bicicletas Free Flow que se fabricarán para su ayuntamiento.
Tampoco hay que olvidar, que el objetivo del gobierno local es que la bicicleta eléctrica se use como vehículo para ir al trabajo y lleguen a cogerla un 10% de los ciudadanos. En la actualidad, este porcentaje está en el 2,5% aproximadamente, de lo que en anglosajón denominan “commuters”, referido a los viajes que se realizan diariamente para ir al trabajo.
En el acuerdo que se está barajando también se encuentra la posibilidad de ofertar una suscripción anual que costaría unos 50 euros. Esta es la parte del proyecto que más críticas está recibiendo, en especial de las empresas que alquilan bicicletas tradicionales, y que ven las recargas como algo inútil. En cuanto al abastecimiento de las 5.000 bicicletas eléctricas, se está especulando con la posibilidad de instalar una red de puntos de recarga alrededor de las líneas del tranvía, ahorrando en instalaciones eléctricas y también en las cercanías de la red de transporte público que la ciudad posee.
Lo que está claro es que sería una gran apuesta por la movilidad eléctrica para una ciudad que casi podría olvidarse de la congestión del tráfico en horas punta.